Nuestra historia
Logia General Plutarco Elias Calles # 71

La Respetable Logia Simbólica General Plutarco Elías Calles No. 71 del Oriente de El Mante, Tamaulipas, fundada en el año de 1973, se erige como un faro de los principios masónicos en la fértil tierra mantense. Su nacimiento no fue un evento aislado, sino el resultado del fervor y la visión de un grupo de hombres comprometidos con la búsqueda de la verdad, la práctica de la fraternidad y el ejercicio de la beneficencia.
En aquellos años, El Mante experimentaba un crecimiento significativo, impulsado por la pujante industria azucarera y una comunidad en constante evolución. En este contexto, un grupo de masones visionarios, provenientes quizás de otras logias de la región o incluso de otros estados, sintieron la necesidad de establecer un taller masónico que irradiara los valores de la Orden en el corazón de El Mante.
La figura de Plutarco Elías Calles, un personaje trascendental en la historia de México y con fuertes lazos con el estado de Tamaulipas, fue la elegida para dar nombre a esta nueva logia. Calles, si bien una figura controvertida, representaba para muchos de sus contemporáneos un espíritu de progreso, de transformación y un compromiso con los ideales de la Revolución Mexicana, algunos de los cuales resonaban con los principios de la masonería.
Los primeros años de la Logia General Plutarco Elías Calles estuvieron marcados por el esfuerzo de sus miembros fundadores para establecer un templo digno y consolidar un cuerpo de hermanos unidos por los lazos de la fraternidad. Las actas de aquellos tiempos, que reposan en los archivos de la logia, narran las arduas labores para encontrar un local adecuado, la elaboración de los estatutos internos y la solemne ceremonia de instalación, un momento cargado de simbolismo y esperanza.
Con el paso de los años, la logia se convirtió en un crisol de hombres de diversas profesiones y estratos sociales, unidos por su compromiso con el perfeccionamiento individual y el servicio a la comunidad. Sus reuniones semanales se transformaron en espacios de reflexión, donde se discutían temas filosóficos, morales y sociales a la luz de los principios masónicos. Los rituales, cargados de simbolismo ancestral, fortalecían los lazos entre los hermanos y les recordaban constantemente los ideales de la Orden.
La Logia General Plutarco Elías Calles no permaneció ajena a la vida de El Mante. Sus miembros, imbuidos del espíritu de beneficencia que caracteriza a la masonería, participaron discretamente en diversas iniciativas en favor de la comunidad. Es probable que hayan contribuido a causas filantrópicas, apoyado proyectos educativos o promovidos valores cívicos en la sociedad mantense, siempre manteniendo la discreción que aconseja la tradición masónica.
A lo largo de las décadas, la logia experimentó los altibajos propios de cualquier institución humana. Vio el ingreso de nuevas generaciones de masones, ansiosos por aprender y aportar su energía al taller. También enfrentó la partida de hermanos, algunos por el llamado del Gran Arquitecto del Universo y otros por designios del destino. Sin embargo, el espíritu de la logia perduró, transmitiéndose de generación en generación.
En el devenir del tiempo, la Logia General Plutarco Elías Calles se consolidó como un referente de la masonería en la región de El Mante. Su templo, ubicado en algún lugar discreto pero significativo del oriente de la ciudad, se convirtió en un símbolo de tradición y un espacio de encuentro para hombres que comparten un ideal de vida basado en la libertad, la igualdad y la fraternidad.
Hoy, a más de cincuenta años de su fundación, la Respetable Logia Simbólica General Plutarco Elías Calles No. 71 continúa trabajando en silencio, puliendo la piedra bruta de sus miembros y contribuyendo al bienestar de la comunidad mantense. Su historia es un testimonio de la perdurabilidad de los principios masónicos y del compromiso de hombres que, a través del simbolismo y el ritual, buscan construir un mundo más justo, fraterno e iluminado. Los ecos de sus trabajos resuenan en el oriente de El Mante, un legado de luz y fraternidad que perdura en el tiempo.